Su padre, de oficio albañil, en 1936 desposó entonces a Delia Pioli, una brava mujer quien lo crió como una madre junto a su hermano; hasta que en el ’37, Giuseppe y su hijo mayor, partieron nuevamente hacia la Argentina.
De niño, Aldo vivió en casa de los padres de Delia ocupándose de las cabras y de las ovejas en las montañas, por la tarde, después de la escuela en Cerageto; aunque la Elemental la completó en Castiglione caminando 12 kilómetros al día a pie ida y vuelta de su casa junto a sus coetáneos del pueblo.
Pero Aldo no pudo regresar a la Argentina y reencontrarse con su padre hasta 1947 debido al estallido de la Segunda Guerra en 1939.
Durante aquel terrible período bélico mundial, vivió Aldo su infancia intercambiando harina de castañas por sal en Vagli, y sal por grano en otro pueblo lejano, atravesando asustado el puente de 200 metros hacia Poggio en medio de los bombardeos.
En aquel tiempo, las familias se escapaban de las ciudades hacia las campañas donde se refugiaban en casas de campesinos. Así fue que el Ingeniero Pighini de Castelnuovo y el Doctor Morganti de Cerageto se alojaron en casa de los padres de su madrastra Delia, para luego regresar, al final de la guerra, a sus pueblos de origen donde hallaron sus viviendas destruidas.
Y fue al final de la guerra que el Ingeniero Pighini le ofreció trabajo a Aldo como peón en su empresa constructora de casas, puentes y calles.
Trabajó 9 meses Aldo en esta empresa a la que llegaba a pie caminando 12 kilómetros al día, hasta enero de 1946.
Trabajó entonces Aldo de leñador en la montaña desde el alba hasta el crepúsculo para hacer carbón de leña.
En abril de 1947 inició sus trámites para obtener el pasaporte para viajar a Argentina, y justo entonces le comunicaron la necesidad de cumplir previamente con el servicio militar, del que pudo prescindir debido al agradecimiento del Coronel Paolo Morganti, hijo del Doctor Morganti quien fuera refugiado en casa de los padres de Delia.
Y así se concretó el anhelado viaje de regreso a Argentina, de 21 días de duración desde Génova, en el barco francés “Campana”, junto a Delia, hasta Buenos Aires.
Feliz fue el reencuentro con su padre y su hermano Giovanni!, el 11 de noviembre de 1947 en el Puerto de Buenos Aires, para juntos dirigirse a Mar del Plata donde numerosos paisanos, originarios de Cerageto y otros pueblos vecinos, fueron a saludarlo al igual que sus tíos Ettore y Dolores, la cuñada Celia con las hijas Celina y Mirta.
Y aquí, en la Costa Atlántica, Aldo continuó con su oficio de peón junto a su padre hasta transformarse en albañil constructor de casas hasta finales de 1949, año en que se desempeñó como ascensorista del Hotel Riviera del toscano Borlenghi hasta 1950, cuando pasó a trabajar como camarero.
Sin embargo, en el ’51 Aldo regresó a Italia y allí conoció a Liliana Pioli con quien se casó de inmediato antes de partir para Argentina, después de 5 meses de permanencia, ya que de lo contrario debería cumplir con el servicio militar pendiente.
Pero no fue hasta septiembre de 1952 que pudo recibir a su esposa en su hogar de Mar del Plata, después de 10 meses de separación, para así abandonar sus sueños de ciclista y cambiarlos por el de amante esposo durante 58 años.
Fueron tristes para Liliana los primeros tiempos por la distancia y la soledad lejos de su familia paterna, hasta que, a finales del ’53, su soledad menguó con la llegada del primogénito Eduardo.
Mientras tanto, Aldo continuaba trabajando de camarero en el Hotel en verano y de albañil en invierno hasta que en el ’59 consiguió un trabajo permanente en un restaurante gracias al que pudo construir su actual vivienda en el ’63.
Pero la nostalgia se llevó a Liliana y a Eduardo a Italia en 1967, durante 9 meses mientras Aldo sólo pudo viajar por 3 meses debido a sus obligaciones laborales.
El ’69 fue un año pródigo en alegrías: nació Marcelo y al mismo tiempo Aldo, junto a otros 4 mozos, pudo comprar una casa con un local que transformaron en restaurante, “La Romana”, donde tuvieron hasta 45 empleados en aquel primer verano. Hasta invitaron al equipo Italiano en el Mundial ’78. Pero las crisis llegaron, y en el 2000 debieron cerrarlo gracias a los efectos inflacionarios.
Pero a Aldo el trabajo y su familia no le alcanzaban para olvidar sus orígenes toscanos, por eso en 1988 junto a otros compatriotas fundaron la “Famiglia Toscana” ocupando el puesto de Prosecretario en la primera Comisión Directiva hasta 1993 en que falleció su Presidente, Angelo Benedetti, por lo que Aldo fue electo como Presidente debiendo renunciar a su otro cargo en la “Asociación Lucchesi nel Mondo”.
Actualmente sigue desempeñando funciones en la comisión directiva en la mencionada Asociación de la Región Toscana.