Origine dei Cognomi delle Famiglie Toscane a Mar del Plata


El siguiente proyecto fue presentado a la Región Toscana, con el objetivo de indagar sobre las historias de la inmigración de familias toscanas a la Argentina y su radicación en la ciudad de Mar del Plata.

Además de esta publicación, se han desarrollado conferencias sobre la Inmigración Toscana en Mar del Plata en la Feria del Libro a fines del año 2009

Poli

“Hereda mi hijo una estirpe nacida en la Toscana.
Estirpe que viajó a Bolivia y Paraguay desde su natal Pistoia.
Estirpe que sobrevivió a las pestes: la fiebre amarilla.
Estirpe que guió mis pasos en los mosaicos de la cocina de mi padre.
Estirpe que premió con abrazos mi primer acto de autonomía.”


Así comienza la historia conocida de mi sangre, el más valioso tesoro que dejo a mi hijo en mi legado. 
Como en los cuentos de antaño, en nuestra historia familiar se destaca la leyenda de mi abuelo Brunetto Pasquale Poli, nacido en Pistoia el 31 de octubre de 1889, quien el 16 de diciembre de 1927 partió a hacerse la América huyendo del Régimen Fascista que imponía a sus disidentes el castigo del aceite de ricino.
Dejó mi nonno en Pistoia a su hermana mayor Brunetta y a Delfina, hija de su primer matrimonio, después de haber enviudado.

Y cuenta la leyenda que mi nonno iba en un barco con rumbo a Norteamérica que, en el Estrecho de Gibraltar, rompió su hélice y debía regresar a puerto.En esta ciudad del Plata, trabajó Brunetto en una fábrica de mosaicos, siendo su lugar de residencia el Pasaje Carlos Gardel del barrio porteño de Flores, donde al año siguiente llegó su segunda esposa, Santa Anna Trevisán, oriunda de San Pablo, Brasil, con quien había celebrado sus nupcias el 19 de marzo de 1925 en el Comune de Pistoia.
 

En esta casa nació, el 10 de octubre del ’31, Pablo Poli: mi padre.


Por aquel entonces había también crisis económicas, por lo que mi nonno Brunetto debió valientemente buscar fortuna en Bolivia y Paraguay, en el año ’32, donde enfermó de fiebre amarilla, motivando su incomunicación con su familia en Buenos Aires durante un año completo.
Y un año completo, Santa Anna cocinó para otros jornaleros locales como los lecheros hasta el regreso de su esposo.

Varias mudanzas hubieron en la vida de mi nonno: de Quilmes pasó a La Plata, en el Nº 53 de Plaza Italia.
En esa ciudad Platense, mi nonno Brunetto trabajó como encargado de la fábrica de mosaicos de Luis Perazzini hasta 1944 en que se trasladó a Mar del Plata.

Pero antes recibió, en 1938, a su hija Delfina recién llegada de Italia, país al que decidió regresar al cabo de un año.
Mientras habitó en la ciudad Platense, tuvo por vecino a un hombre poseedor de un gran parque donde mi nonno y mi padre cosechaban naranjas; a la vez que aquel hombre, quien se desempeñaba en el Hipódromo en la Comisión Directiva, siempre le tiraba una fija del caballo del Comisario a la que el nonno nunca jugaba, hasta que un día se animó y ganó!...pero al poco tiempo murió el vecino de los datos.  


Ya en la Perla del Atlántico, habitó en Castelli 2644, y siguió con su trabajo en la fábrica de mosaicos Vecchi en Independencia y Primera Junta. Rebelde y obstinado, mi nonno Brunetto se afilió a la Casa del Pueblo como anarcosindicalista.

Hoy la emoción me domina al reflejarme en los ojos de mi hijo. Veo mi imagen de niño, un almuerzo, con los cálidos rostros de mis ancestros: mi padre Pablo junto a mi nonno Brunetto - serio, afectuoso, callado, fuerte -   estimulando mis pasos hacia sus brazos sobre los mosaicos de la cocina.