Origine dei Cognomi delle Famiglie Toscane a Mar del Plata


El siguiente proyecto fue presentado a la Región Toscana, con el objetivo de indagar sobre las historias de la inmigración de familias toscanas a la Argentina y su radicación en la ciudad de Mar del Plata.

Además de esta publicación, se han desarrollado conferencias sobre la Inmigración Toscana en Mar del Plata en la Feria del Libro a fines del año 2009

Bertozzi

En la ciudad de Mar del Plata la historia de de la familia se inicia con la vida de Giuseppe Bertozzi a quien todos lo llamaban  "Pepe". 

El era un hombre dulce, cariñoso, generoso, muy amigo de sus amigos y querido por todo el mundo. 

Era alto, medía l,80 mts., delgado, tenia cabellos castaños, ojos grises que le cambiaban con el tiempo, muy pintón.
Sus padres Gaetano Bertozzi y Emilia Pagliardini, tuvieron ocho hijos, Ermida (1905), Angiola (1908), Pascual (1910), Doménico (1912), Francesco (1914), Giuseppe (1918), Marco (1921), Gino (1925).

Pepe nació el 12 de octubre de 1918 en BADIA TEDALDA, PROVINCIA de AREZZO, región Toscana. 

La mayor de las hermanas, Ermida, tuvo un hijo siendo soltera y para evitar el qué dirán de la gente del pueblo, los padres lo anotaron como hijo propio, a quién llamaron Atilio.


Cuando tenía tan sólo 11 años, los padres por cuestiones de un mejor trabajo, partieron de Arezzo, en la Región Toscana, a la zona de Le Marche, más precisamente al Peglio, Provincia de Pésaro.




Mientras realizaba el servicio militar obligatorio, lo alistaron en las Fuerzas Armadas el 29 de mayo de 1939, bajo la matrícula 715, con el inicio de la Segunda Guerra Mundial; también alistaron a sus hermanos mayores; excepto Marco, porque padecía una enfermedad crónica.

Los alemanes lo tomaron prisionero en Grecia y lo trasladaron a Dresde, una ciudad de Alemania; allí tuvo que realizar trabajos forzados, como levantar las vías del ferrocarril. Fue una época difícil, le daban sólo para comer un trozo de pan y un plato de caldo, que parecía agua sucia caliente; por miedo a que la comida estuviese envenenada, juntaba yuyos para comer, y como consecuencia de todo esto, contrajo la fiebre malaria. Estas condiciones las padeció por bastante tiempo, pero gracias a su fuerza de voluntad, las ganas de ver a sus seres queridos y la ayuda de Dios logró regresó con su familia al finalizar la guerra el 29 de noviembre de 1945.


 
Durante la guerra, los padres de Pepe preparaban quesos, pan, jamones y lo almacenaban para poder subsistir. Un día llegaron los alemanes a la casa paterna con el fin de llevarse toda la mercadería que tenían guardada, Marco uno de los hermanos más chicos les quiso hacer frente y sin mediar palabra, un alemán levantó su arma y le disparó, muriendo así en los brazos de su madre y sin poder impedir que los despojaran de sus alimentos que con tanto sacrificio habían elaborado. 
Después que le dieron el alta al finalizar la guerra, retornó a su casa; su padre que estaba muy enfermo, al verlo le dijo: “ahora sí puedo morir en paz”, cosa que sucedió pocos días después. Él tuvo la sensación que lo esperaba para morir porque eran muy compañeros. 
A pesar de la enfermedad de su padre, su madre mantenía una "relación cercana" con el cura del pueblo, Pepe se enteró cuando un día la madre apareció con el cura a la casa con el fin de quedarse a vivir allí. Fue ese día que los echó a los dos.
Se puso de novio con Anna Passeri, quien había nacido el 26 de Julio de 1927, en el Peglio, Urbino, Provincia de Pesara, nueve años menor que Pepe. Favoreció mucho en su relación con Ana, la gran amistad que tenia con los hermanos de ella.
Finalmente, le propuso casamiento y el 30 de Agosto 1947 se casaron en Urbanía, ambos trabajaban de campesinos.
Pepe y Ana fueron padres de tres hijos, Gaetano que nació el 25 de junio de 1948, y como consecuencia de una neumonía falleció a los 10 días; después de unos meses Ana queda embarazada y el 30 de noviembre de 1949 nació Carlo en el Peglio.
Un tío de Ana, Antonio Passeri que vivía en Argentina desde 1930/32 aproximadamente, ante los fuertes rumores del comienzo de otra guerra, los llamó para que vinieran para Argentina, haciéndose responsable por ellos. Es así que el 22 de abril de 1952 del Puerto de Genova en el Buque Santa Fe, Pepe, Ana y Cario con tan sólo dos años y medio partieron rumbo a Argentina, llegando al puerto de Buenos Aires el 11 de mayo de 1952 y de allí viajaron directamente a Mar del Plata.
Los tres vivieron junto a los tíos en un chalet que ellos cuidaban en Alberti y AIem; esto hasta el mes de diciembre, que venían los propietarios de la casa y ellos debían alquilar por el verano en otra zona, más precisamente en el barrio La Perla, en una pensión.
Pepe trabajaba como jardinero, hasta que consiguió trabajo como operario en una fábrica de mosaicos muy reconocida en esa época. Allí tuvo que soportar la burla de los compañeros por no hablar español, donde le decían "tano bruto"; pero su carácter aguerrido lo hizo seguir adelante. En marzo, consiguieron ser los caseros de un chalet por el invierno en la calle Alem entre Roca y San Lorenzo, allí estuvieron por seis inviernos, ya que durante el verano la habitaban sus propietarios; fue por ese entonces que Pepe dejó de trabajar en la fábrica de mosaicos porque el polvillo le afectaba los pulmones. En los veranos que tenían que dejar el chalet, alquilaban en una pensión en la zona de la Terminal, Avellaneda y Las Heras, hasta que en 1959, consiguieron ser los caseros y tener vivienda todo el año en el chalet 'Villa Regina", que era la residencia que el Presidente Marcelo T. de Alvear había mandado construir para su esposa la Señora Regina Pacini.
El 26 de abril de 1955, nació su tercera hija María Virginia.
Vivir en el chalet Villa Regina, les permitía ahorrar para poder comprar un terreno, y luego construir una casa.
Todos los italianos, amigos, se ayudaban unos a otros para poder construir y tener cada uno su casa.
El chalet Villa Regina ubicado en Formosa y Aristóbulo del Valle tenía dos lotes adicionales uno por la calle Formosa y el otro por Alem; allí no sólo tenían gallinas y quinta con todo tipo de verduras y hortalizas y sino que también se preparaban los almácigos de las flores que luego ponía en los jardines. Además, construyó dos canchas de bochas, donde todos los italianos se juntaban los sábados y domingos por las tardes a jugar y para comer unos asados todos juntos. Participó en muchos torneos, en las Tres Venecias y en el Bochín Club; lo invitaban porque era muy buen bochador; también le gustaba jugar al bowling. Era tal su gusto por ese entretenimiento que, construyó una cancha de bochas en Comercial Rugby Club de Sierra de los Padres, donde jugaba su hijo Carlo.
En 1963, compró un terreno en la calle Almafuerte entre Rivas y Lavalle y cuando le dijeron que al lado construirían una comisaría, no dudó un instante y lo vendió. En 1964 compró otro terreno a la misma altura, pero sobre la calle Alvarado y allí construyó la casa en tres etapas: en la primera los dormitorios, el baño, la cocina y el comedor, en la segunda, se construyó el garaje y dependencia de servicio. Con todo este conjunto, Pepe  alquilaba su chalet en las temporadas de verano, y en una oportunidad le solicitaron por 24 meses; accedió porque lo que cobraba de alquiler le alcanzaba para construir sobre el garaje, un departamento de dos ambientes. El inquilino cumplió parcialmente, hasta que en un determinado momento dejaron de pagar; pasó uno, pasaron dos meses, no llegó al tercero porque cansado del incumplimiento, les dijo: que construir esa casa le costó mucho sacrificio, y si al día siguiente no se iban, traía kerosén y la quemaba. Su presencia y firmeza imponía respeto, y al día siguiente estaba el camión de mudanza llevándose el inquilino sus cosas y desalojando la casa. Fue así que decidió no alquilar nunca más y en abril de 1978, se mudaron definitivamente a la casa y en ese mismo mes y año por primera vez retornó a Italia.
Regresaba a su tierra después de 26 años de su partida, oportunidad en que viajó solo; fue movilizador, ya que pudo volver a ver a todos sus hermanos. En 1986 lo hizo con su esposa Ana y su hijo Carlo, en esa ocasión algunos de sus hermanos ya habían fallecido. En 1990 realizó su último viaje junto a Ana, no obstante, siguieron manteniendo contacto con la familia al menos una vez al mes telefónicamente.
A pesar de su condición de vida modesta, con mucho sacrificio, pudo darle a sus hijos la posibilidad de que estudiaran. Su hijo Carlo, es profesional de Ciencias Económicas y su hija María Virginia siguió la misma carrera, pero no alcanzó a completar sus estudios.

Vio a sus hijos casados y tuvo 5 nietos.
Después que fallece Hugo, su yerno, a Pepe le descubren cáncer de colon y debido a su edad avanzada y a lo riesgosa de la operación por lo extenso en la duración de la misma, los médicos aconsejaron no operarlo por lo que se lo trataba con medicina para el dolor, hasta que el 2 de febrero de 2003 falleció.